“Doctor, mi bebé tuerce los ojos” es una de las causas de consulta más frecuentes en la consulta de Oftalmología.
“Torcer los ojos” o tener estrabismo es la incapacidad de alinear ambos ojos correctamente. Un ojo mira hacia un lugar y el otro hacia otro diferente (puede ser hacia afuera o hacia dentro, depende del tipo de estrabismo). En consecuencia, cada ojo manda al cerebro una imagen diferente.
¿Qué hace entonces nuestro cerebro? Si el estrabismo es pequeño, es capaz de “juntar” estas dos imágenes y no pasa nada. Si el estrabismo es mayor, puede que el cerebro no sea capaz de procesar tanta diferencia y producir visión doble, especialmente en el adulto.
Si se trata de un niño, el cerebro eliminará una de las dos imágenes que recibe produciendo lo que se conoce popularmente como “ojo vago” (ambliopía).
La mayoría de los estrabismos se inician en la primera infancia o son congénitos (de nacimiento) y por lo tanto es imprescindible su detección precoz para evitar pérdidas de visión irrecuperables.
¿Por qué se produce?
No se sabe con exactitud la causa, aunque muy a menudo hay antecedentes familiares. Generalmente se debe a un funcionamiento descompensado de los músculos que regulan el movimiento de los ojos. Esta desviación puede que sea constante (los ojos siempre están torcidos), o intermitente (los ojos a veces están torcidos y a veces derechos).
La mayoría de los bebés tienen la raíz de la nariz muy ancha (epicantus) y parece que tuercen los ojos cuando en realidad no es así.
¿Es sólo una cuestión de estética?
En una persona adulta que lleva toda su vida con estrabismo, posiblemente sí lo sea, pero en un niño (especialmente menor de seis años) es una cuestión de salud visual que puede marcarle para toda la vida; si no se corrige la desviación adecuadamente y pronto, disminuirá para siempre la agudeza visual del ojo más desviado (“ojo vago” o ambliopía).
Un diagnóstico precoz ES FUNDAMENTAL
La mayoría de los niños pueden torcer los ojos durante los primeros seis meses de vida hasta que los músculos que mueven los ojos se estabilizan. Después es el pediatra y si lo considera necesario el oftalmólogo quienes tendrán que evaluar mediante una adecuada exploración ocular si el niño tiene o no estrabismo.