Se trata de una enfermedad en la que no se genera por parte de los ojos suficiente lágrima o bien esta lágrima, aún siendo suficiente, es de pobre calidad.
Los ojos tienen que estar permanentemente lubricados para su buena función. Si no consigue una adecuada película lagrimal los ojos se secan pudiéndose llegar a producir pequeñas erosiones o heridas en la córnea.
Las causas son múltiples: edad, factores hormonales, especialmente en mujeres por encima de los 40 años de edad, efectos secundarios de medicamentos (por ejemplo los ansiolíticos) o de otras enfermedades que pueden ser graves (como el Síndrome de Sjögren). Por eso es tan importante su correcto diagnóstico.
La mayoría de las personas que experimentan los síntomas anteriormente citados asumen que es normal en su vida cotidiana (el uso de ordenador, la oficina, etc.…), acuden a una farmacia o una óptica y empiezan a echarse “lágrimas artificiales”, sin tener en cuenta que no todos los casos son iguales ni todos los colirios son buenos.
Pero, ¿tiene cura el ojo seco?
En la mayoría de los casos, más que de cura deberemos de hablar de tratamientos de control que nos ayudarán a mitigar los efectos desagradables y molestias que se producen.
En este sentido es fundamental el diagnóstico de un oftalmólogo que nos recomendará el tratamiento más adecuado por nuestro perfil y grado de dolencia.
Estos pueden pasar desde unas sencillas lágrimas artificiales hasta otros más complejos que incluyan una mejora de la higiene palpebral (de nuestros párpados) a otros tratamientos tópicos como sueros o corticoides.